13 diciembre, 2002

Odio la ensalada de verano y las luces amarillas que alumbran el extrarradio.
No soporto las tulipas de las lámparas que anidan en las mesitas de noche en cada cuarto.

Odio las neveras donde nunca hay nada aparte agua del grifo en botellas de cocacola.
No soporto a la gentuza que tiene perro en invierno y en verano va a la calle porque sobra.

Odio los violentos que golpean encubiertos por la ley a su familia en sus casas.
No soporto los mosquitos ni las ratas ni el olor a sucio del que no se lava.

Odio el que se juega sin escrúpulo ninguno su sueldo en una máquina de bar.
No soporto los que acuden los domingos a la iglesia y luego el lunes son peor que Satanás.

No me gustan las cadenas ni los lazos, no me gustan las fronteras ni visados.
No me gustan los anzuelos ni las balas, ni la ley sin la justicia del que manda.

No soporto los que dicen la letra con sangre entra, con la sangre yo no pienso negociar.
Odio los torturadores, pistoleros y asesinos, les deseo cien años de soledad

No soporto los que hablan siempre a gritos por el móvil nada mas aterrizar el avión.
Odio a los gallitos del gimnasio porque siempre desprecian mi sudor.

No me gustan que me obliguen sin darme explicaciones de porque si o porque no.
No me gusta ni que humillen a los toros, ni la caza con hurón.

No soporto a los ases del volante que al volar a dos cuarenta me llaman su factor riesgo.
Me parecen reprimidos y egoístas porque exponen mi pellejo y tu pellejo.

No soporto a los perros de la guerra porque se corren disparando su cañón.
Odio a los disjoqueis asesinos porque siempre me joden la canción.

Que le voy a hacer si con razón o sin razón,
aunque tu me des la vuelta tengo el mismo corazón.

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